Reseña a El silencio de los malditos de Carlos Pinto

Por Tamara Salinas

El silencio de los malditos, escrita por Carlos Pinto, guionista, periodista y escritor que se ha destacado por programas televisivos como Mea culpa y El día menos pensado. El silencio de los malditos es su primer libro, publicado en abril del 2018. Se trata de una novela llamativa desde el título y cuya portada menciona que la novela está basada en hechos reales relacionados a la dictadura cívico militar. A esto se le suma que la obra se anuncia en su contraportada de la siguiente forma: “se adentra en un caso que nunca pudo llevar a la pantalla, pero que lo obsesionó por años”. Desde ahí se deja ver que se trata de una obra literaria destinada a sus televidentes en el código de su icónico programa de televisión, en específico Mea culpa.

“por alguna razón que desconozco quería confesarse, necesitaba vivir en paz consigo mismo, aunque para eso tuviera que contarle a un extraño el secreto que, si no, debería llevarse a la tumba”

Al comienzo del libro toma los elementos del relato televisivo, haciendo énfasis en la experiencia del entrevistador: “por alguna razón que desconozco quería confesarse, necesitaba vivir en paz consigo mismo, aunque para eso tuviera que contarle a un extraño el secreto que, si no, debería llevarse a la tumba” (20), posteriormente se comienza a abordar la experiencia del entrevistado, mediante su narración que abarca periodos desde la infancia hasta la adultez, lo que produce que el lector/a se involucre y profundice con mayor intensidad en las emociones, así como los pensamientos del personaje principal, pero también de los secundarios, lo que puede llegar a provocar sentimientos encontrados en los/as lectores.

La narración se sitúa durante la dictadura cívico militar de Augusto Pinochet y refiere explícitamente a lugares de tortura como Venda Sexy y a torturadores que fueron parte de la DINA como Ingrid Olderock, conocida como la mujer de los perros. Las situaciones relatadas sobre los métodos de tortura y las secuelas, tanto psicológicas como físicas de las víctimas, dan visibilidad y permiten tomar consciencia de las consecuencias que trajo consigo el periodo de dictadura. A esto se le agrega que las secuelas no solo afectan a las víctimas directas del hecho, sino que hay gente que se ve afectada de manera indirecta, como es el caso del personaje principal, por consiguiente permite ser conscientes de las consecuencias de sufrir una dictadura, a su vez ver parte de la perspectiva de victimas que tuvieron graves violaciones a los Derechos Humanos.

“La relativización de las culpabilidades y los motivos deja un sabor agridulce después de la lectura, ya que cuando las responsabilidades parecen solo ser personales la idea de justicia se debilita, produciendo la impunidad de la violación de los Derechos Humanos”

La novela ocupa cierto tono que apunta a una empatía generalizada, no solo a las víctimas, sino que también a victimarios: “le ha correspondido velar por la salud de personas que han recibido ciertos castigos siendo prisiones” (219). Se trata de un enfoque que, tal como ocurre en el conocido Mea culpa, le ofrece a criminales la posibilidad de contar su versión de los acontecimientos. Cuando refiere a las víctimas de la opresión el tono del relato cobra matices heroicos: “la estudiante soportó estoicamente el salvaje ataque sin delatar a nadie” (177), vengativos también “me prometí una venganza que no dejara ni un rastro” (94) y víctimas que debían suplicarle a un verdugo por su vida. Cabe destacar que el rol del verdugo corrompe toda la ética de su profesión, ya que es un médico con una especialidad en cardiología. Esto es interesante puesto que la cardiología se relaciona con el corazón y cuando se suele hablar de este órgano en sentido figurado, se suele ligar con emociones y a lo más humanizado de nuestro ser, pero en este caso la persona relacionada con esta figura representa un “verdugo de la muerte” que puede dictar si alguien puede seguir siendo torturado o si necesita un “descanso”, lo que va en contra de toda ética y moralidad de su profesión, considerando que era una persona tan apática, que a pesar de las súplicas, así como de ver como quedaban las víctimas después de extensos periodo de martirio, permitió que se perpetúan estos hechos que al final hizo que sus miedos se volvieran realidad.

El silencio de los malditos es una novela interesante y que ahonda en algunos de los crímenes más escabrosos e inolvidables de nuestra historia política. La relativización de las culpabilidades y los motivos deja un sabor agridulce después de la lectura, ya que cuando las responsabilidades parecen solo ser personales la idea de justicia se debilita, produciendo la impunidad de la violación de los Derechos Humanos.

Un recurso utilizado en la novela que llama la atención son los elementos propios de un relato televisivo como que la situación comunicativa se base en una entrevista, se nombra al equipo de producción, lo que genera que en el imaginario se visualice un programa de televisión como Mea culpa, ya que da la sensación de leer un capítulo televisivo, sumado a los detalles descriptivos de lugares como de la cárcel, así como de los lugares que relata el personaje protagonista, lo que hace que el/la lector/a produzca una imagen mental sobre los lugares en los que ocurre los acontecimientos y que se involucre más en lo leído.

 

Bibliografía 

Pinto, Carlos. El silencio de los malditos. Penguin Random House Grupo Editorial S.A, 2018.