En El buzón de las impuras, Francisca Solar nos sumerge en un relato de dolor, pérdida, pero también de resistencia y empoderamiento femenino. La autora, cuya obra parece estar interconectada en un universo propio, retoma personajes y hechos de La Vía Damna y Bluebells, creando una continuidad que enriquece su narrativa y le da una dimensión aún más profunda. En este caso, El buzón de las impuras se sitúa cronológicamente después de Bluebells y antes de La Vía Damna, incorporando figuras como la familia Rothschild y Paula de Ferrari, lo que permite al lector reencontrarse con rostros conocidos bajo nuevas luces. A través de este libro, Solar logra tejer una historia que no solo narra un hecho histórico real —el trágico incendio de la Iglesia de la Compañía de Jesús en 1863, en el que más de dos mil personas, en su mayoría mujeres, murieron atrapadas por decisiones que respondían a una lógica patriarcal y religiosa—, sino que también da vida a las voces de aquellas mujeres silenciadas por la sociedad de la época. Este evento, uno de los más dolorosos en la historia de Chile, no solo evidenció la negligencia estructural del Estado y la Iglesia, sino también cómo se entendía el rol femenino: relegado al espacio de la devoción y el sacrificio, incluso en la muerte.
“Si bien los personajes de Solar son ficticios, se construyen a partir de experiencias históricas reales, y a través de ellos la autora representa a aquellas mujeres cuyas vidas fueron omitidas o marginadas por la historia oficial. Lo más impactante de la obra es la manera en que les da voz simbólica, permitiéndoles existir no solo como víctimas, sino como seres complejos con sueños, frustraciones y deseos”
Si bien la trama se centra en la familia Aguirre Vanderbilt —una familia acomodada e influyente políticamente en el Chile de 1863, en pleno periodo de la República Conservadora/Liberal—, nos damos cuenta de que, a través de sus ojos, podemos sentir el sufrimiento de todas aquellas familias de mujeres que perecieron en aquel incendio. La historia de esta familia, que se entrelaza con el dolor colectivo, nos invita a reflexionar sobre las pérdidas personales y la resiliencia ante la adversidad. Los personajes se convierten en una representación de todos aquellos que quedaron atrás, y a través de sus vidas se hace visible el eco de una tragedia que marcó a toda una sociedad. Este enfoque íntimo permite comprender que la catástrofe no fue un hecho aislado, sino parte de una estructura social más amplia que subordinaba a las mujeres, condenándolas muchas veces a la obediencia y al encierro. En la sociedad chilena de ese entonces, asistir a misa no era solo un acto religioso, sino también una exigencia moral impuesta especialmente a las mujeres, como parte del deber ser femenino. Si bien los personajes de Solar son ficticios, se construyen a partir de experiencias históricas reales, y a través de ellos la autora representa a aquellas mujeres cuyas vidas fueron omitidas o marginadas por la historia oficial. Lo más impactante de la obra es la manera en que les da voz simbólica, permitiéndoles existir no solo como víctimas, sino como seres complejos con sueños, frustraciones y deseos. En este sentido, el libro no solo es un homenaje a quienes perdieron la vida, sino también a todas las mujeres que, a lo largo de la historia, han sido invisibilizadas.
“Este cruce entre realidad histórica y ficción no solo sirve para contextualizar el suceso, sino también para dar mayor peso a las emociones y vivencias de los personajes. En medio de este drama, la autora nos deja pequeñas joyas de sabiduría a través de los diálogos entre sus personajes femeninos”
Solar, en su estilo característico, mezcla con sutileza fuentes de información primaria, como los artículos periodísticos de la época, con la ficción, creando una atmósfera donde lo real y lo imaginado se funden de manera armoniosa. Este cruce entre realidad histórica y ficción no solo sirve para contextualizar el suceso, sino también para dar mayor peso a las emociones y vivencias de los personajes. En medio de este drama, la autora nos deja pequeñas joyas de sabiduría a través de los diálogos entre sus personajes femeninos. Un ejemplo de esto es cuando Fátima Aguirre se enfrenta a la frustración de no poder concebir un hijo. En una conversación con sor Bernarda, se plantea la cuestión de la maternidad, no solo como una experiencia biológica, sino como un acto que puede ir más allá de la procreación. Sor Bernarda le dice:
Y, en cualquier caso, recuerde esto: no todas las mujeres están destinadas a parir, pero cada mujer que quiere ser madre lo consigue en cada niño que abraza, en cada niño que protege, en cada niño al que alimenta, al que enseña. Está la maternidad del cuerpo, pero también está la del alma. (Solar 299)
Estas palabras resuenan profundamente, no solo por el contexto de la historia, sino por lo que representan en el ámbito personal. Como docente, estas reflexiones me tocan de manera especial. La obra abre un espacio para cuestionar las expectativas impuestas a las mujeres, invitándonos a reflexionar sobre nuestras propias decisiones y el poder de crear y cuidar, más allá de las imposiciones sociales. Mientras que en el siglo XIX la maternidad era vista como un destino ineludible para toda mujer —asociado a su rol natural dentro de la familia y la religión—, hoy, en el siglo XXI, si bien hemos conquistado mayores libertades, todavía persiste una presión cultural que asocia el valor femenino con la capacidad de maternar. En este sentido, El buzón de las impuras nos recuerda que la maternidad también puede ser elegida, sentida y ejercida desde otras formas de amor y cuidado, desafiando tanto los moldes del pasado como los del presente.
En definitiva, lo que logra Solar con este libro es crear un puente entre el pasado y el presente, utilizando una tragedia ocurrida en pleno siglo XIX —la del incendio de la Iglesia de la Compañía en 1863— como punto de partida para explorar temas profundamente humanos y aún vigentes. La capacidad de la autora para darle voz a las mujeres del siglo XIX, silenciadas por estructuras patriarcales, religiosas y políticas, y conectar esas vivencias con las luchas del siglo XXI —donde aún persisten formas de desigualdad, aunque bajo otros rostros— convierte a El buzón de las impuras en una obra tan conmovedora como necesaria. En sus páginas se siente el peso de la historia, pero también el eco de la resistencia, de los cuerpos, afectos y pensamientos de mujeres que han sido marginadas generación tras generación. Quizás esta capacidad de enlazar tiempos y voces femeninas no solo responda a una intención narrativa, sino también a un interés autorial por construir un proyecto genealógico: una memoria colectiva que cruce siglos, que recuerde y recupere a quienes fueron olvidadas, y que nos permita pensarnos hoy como parte de esa misma historia.
Referencias
Solar, Francisca. El buzón de las impuras. 5a ed., Umbrel, 2024.