Reseña a Debimos ser felices de Rafaela Lahore

Por Miguel Flores Zúñiga

Debimos ser felices (2020) es la primera novela de la autora uruguaya Rafaela Lahore, periodista que vive en Santiago de Chile desde hace tres años. La obra se nos muestra como un relato autobiográfico que parte desde el descubrimiento de una nota de suicidio que escribió su madre años atrás, sin embargo, el relato avanza y se plasma como la memoria misma, es decir, a través de fragmentos de hechos, en específico de la memoria familiar femenina de la autora, que considera a la madre, abuela e hija se muestran como un triángulo que se une por las omisiones, abusos, crudeza, ternura y amor. Esta historia, más allá de tratar acerca de lo que pudo ser, como su título nos insinúa, se enmarca como un relato objetivo de lo que fue este triángulo familiar y sus experiencias. Esto se puede apreciar en tres aspectos de la novela, que son la focalización de la narración, la forma en que se plasman los relatos e historias que no son propios de quien narra y, finalmente, cómo se aborda la violencia en la obra.

“nos permite ahondar no solo en la vida de la protagonista, sino que en la de su madre y abuela, llevando al lector a -por momentos- perder la noción de quién es la protagonista de la novela”

La focalización de la narración en Debimos ser felices es de suma relevancia, puesto que, si bien estamos frente a una novela autobiográfica, esta no se centra solo en los hechos de vida de la narradora, si no que hace un recorrido a través de las experiencias de su abuela y madre en una reconstrucción genealógica. En este sentido, la narración no sigue un orden cronológico, sino que da saltos, pasando por historias de su madre, luego de su abuela, hechos ocurridos en su niñez, entre otros. Esta focalización, nos permite ahondar no solo en la vida de la protagonista, sino que en la de su madre y abuela, llevando al lector a -por momentos- perder la noción de quién es la protagonista de la novela, lo que podría ser un efecto narrativo en la proximidad de las vidas de estas mujeres.

Por otra parte, la forma en que se relata la historia es destacable, pues nos brinda una mirada que se presenta objetiva ante los hechos en su historia familiar, los que para muchas personas son difíciles de tratar y enfrentar, ya que se suelen arraigar a aspectos dolorosos o, en contra parte, de mucho goce. Sin embargo, en la novela nos topamos con una narradora muy centrada, quien se pasea de forma libre por este camino de recuerdos llenos de saltos e historias que no son propias de su relato, pero que convergen en el gran relato de la novela. En este sentido, la narradora parece tomar una posición casi neutral frente a los relatos de su madre, abuela, e incluso su padre.

“dormía con un revolver bajo su almohada…. Lo utilizó en ciertas ocasiones: para afinar la puntería … [y] para apuntarlo, un día, contra la frente de mi abuela”

El tercer aspecto por destacar respecto a la objetividad de la obra es la forma en que se aborda la violencia en la misma. Es claro que nadie es ajeno a la violencia, pero por sobre todo, nadie es ajeno a la violencia que le toca vivir o sobrepasar. En este sentido, la narración por sobre hacer un juicio de valor o una crítica a los participantes de la misma, se muestra como un relato distante, el cual solo cumple la función de mostrarnos hechos como por ejemplo lo ocurrido con la abuela de la protagonista, quien tiene un incidente sumamente violento con quien, en ese entonces, era su esposo y que “dormía con un revolver bajo su almohada…. Lo utilizó en ciertas ocasiones: para afinar la puntería … [y] para apuntarlo, un día, contra la frente de mi abuela” (22). Podemos apreciar un grado de violencia muy grande, pero en la historia esto solo pasa, el relato sigue cambiando de tema, continúa con los saltos temporales y relatos inconclusos, del mismo modo en que se continua con una narración objetiva incluso con hechos de violencia tan fuertes como el mostrado anteriormente.

Para finalizar, es necesario destacar el valor de la narración en la obra y la forma en que esta se posiciona como un relato objetivo y serio, capaz de distanciarse del dolor que se ha sufrido en la vida misma, pudiendo así entrometernos en una mirada que parece objetiva frente a lo que ocurrió, por sobre suposiciones o ideas de lo que pudo haber sido. Constituye un gran aporte para aquellos lectores que han pasado por situaciones traumáticas en sus vidas. Del mismo modo, es destacable la forma en que se describen lugares icónicos de Uruguay, Brasil e inclusive Chile, brindando una mirada que tiene plena consciencia de las historias sangrientas que les preceden.

Lahore, Rafaela. Debimos ser felices. Santiago: Montacerdos, 2020.