En San Vicente de Tagua Tagua, al corazón de la provincia del Cachapoal, la tierra guarda secretos antiguos, murmullos de mitos y leyendas que aún flotan en el aire como bruma al amanecer. Una de esas historias, nacida de la extinta laguna Tagua Tagua, habla de un monstruo alado de dos colas, una de ellas afilada como la del mismísimo diablo, con la que cazaba al inocente ganado, arrastrándolo hasta las profundidades de extinta laguna, dejando a flote solo un pasado que se niega a morir.
De ese universo mítico emerge Taguada, una novela de Andrés Montero, publicada originalmente en 2019 y revivida en 2025 por La Pollera Ediciones. Su portada, como umbral a otro tiempo, anuncia las aventuras que se desplegarán entre las páginas como décimas de Canto a lo Poeta que cruzan generaciones.
“Montero logra una alquimia delicada: dota a cada personaje de una voz tan auténtica que parece que realmente estuvieran hablándonos, como si la realidad se entreabriera para dejar pasar un destello de realismo mágico”
La obra se estructura en cinco partes, comenzando con un pie forzado: el propio autor se introduce en la narración como un personaje más, un cazador de verdades, un peregrino tras el eco de un duelo legendario entre el mulato Taguada y el hacendado don Javier de la Rosa. Así se abre el camino al canto a lo poeta, expresión viva de la oralidad chilena, arraigada en la memoria colectiva como raíz que no perece.
En su primera parte, la novela se vuelve un coro de voces. Entrevistas que no son solo recuerdos, sino confesiones íntimas, fragmentos de alma que se entretejen con la leyenda. La voz de cada testigo es única, viva, cargada de humanidad. A través de sus relatos, no solo conocemos la historia: la sentimos. Y como lectores, nos transformamos en caminantes junto al autor, tras la pista de una verdad que, quizás, nunca fue solo una.
Montero logra una alquimia delicada: dota a cada personaje de una voz tan auténtica que parece que realmente estuvieran hablándonos, como si la realidad se entreabriera para dejar pasar un destello de realismo mágico. Así viajamos entre épocas y territorios, siguiendo los pasos de un duelo, que ocurrió supuestamente una noche de San Juan.
La segunda parte nos transporta a la noche del legendario contrapunto. En esa oscuridad cargada de presagios, el autor recrea el enfrentamiento con tal fuerza que casi podemos escuchar el rasgueo de las guitarras y el filo de las décimas cruzando el aire. Montero hurga en lo real para tocar lo mítico, construyendo escenarios con la pasión de quien quiere, más que contar, revivir. Porque las historias, cuando se aman, sobreviven. Y si se cantan, no mueren jamás.
“es un viaje hacia lo profundo de la identidad chilena, un canto que atraviesa el tiempo y resuena en quienes aún creen que las palabras pueden mover montañas, o al menos, mantener vivas las leyendas. Andrés Montero nos invita a mirar atrás, pero no con nostalgia, sino con la certeza de que nuestras raíces todavía laten”
La tercera parte aparece como una mañana fría de abril: húmeda, doliente, pero también cargada de fuego antiguo. Desde un funeral hasta la fogata viva de la tradición oral, el narrador se siente forastero en su propia tierra, hasta que comienza a escuchar. Y al hacerlo, se funde con el paisaje, con la gente, con la historia, así es como la fragmentación cede a la armonía: cada testimonio, cada escena dispersa, halla su lugar. Como si una voz invisible tejiera los hilos y revelara el tapiz oculto de una verdad que no necesita pruebas para ser sentida.
Y así llegamos a la “Despedida”, la última parte. El regreso a Santiago no es solo un cambio de paisaje: es una travesía interior. El lector, al igual que el autor, no vuelve siendo el mismo. Algo ha cambiado. Quizás sea el agua fresca tras una caminata extensa bajo el sol, esa que corre entre riachuelos y habla, persistente, en el oído de quien se atrevió a escuchar.
Taguada no es solo una novela: es un viaje hacia lo profundo de la identidad chilena, un canto que atraviesa el tiempo y resuena en quienes aún creen que las palabras pueden mover montañas, o al menos, mantener vivas las leyendas. Andrés Montero nos invita a mirar atrás, pero no con nostalgia, sino con la certeza de que nuestras raíces todavía laten. Leer esta obra es dejarse llevar por una voz que narra desde la emoción y la memoria, es abrazar la historia como si fuera propia y aceptar que, a veces, lo más verdadero no está en los hechos, sino en el eco que dejan en el alma. Porque hay historias que no se olvidan, sino que solo esperan ser contadas de nuevo.
Referencias:
Montero, Andrés. Taguada. Santiago: La Pollera ediciones, 2025.